 |
Ferrera, tras parear al segundo / Foto: LAS-VENTAS.COM |
Por Javier Hernández - @javihernandez76
Seis
victorinos que han triunfado en un ataque de ego. Los toros son así y, dicen, cuentan, especulan, suelen salir como el amo. Victorino siempre fue un tío que se defendió con uñas y dientes. Como táctica, él empleó la defensa a ultranza de su producto, alabando al bueno y al malo, y así atacaba a los rivales e, incluso, a los rivales de sus toros, los toreros. Pues la corrida de este viernes fue así, defensiva a tope hasta completar el triunfo, hasta cosechar las loas populares. La filosofía de Victorino en su máxima expresión. Seis victorinos en pleno ataque de ego, reclamando aplausos y vítores, tirando de un muestrario completo de cómo defenderse. Vendían cara su vida, la custodiaban con garra estos toros, pero nunca se lanzaron al ataque entregándose a una pelea a muerte, que es como se entiende que debe ser esto. Que el toro y el torero se entreguen a partes iguales a una pelea a vida o muerte, porque defenderse es de cobardes, por muy violenta, emotiva y espectacular que sea esa defensa.