lunes, 3 de noviembre de 2014

EL POBRE DON RAMÓN

Don Ramón Valencia, el cuñao, se ha puesto a dar pena por los rincones. El pobre don Ramón pierde dinero, "y sin las figuras la cosa es aún más deficitaria". El pobre don Ramón, que desde hace un añito tiene al hermano de su mujer donde nadie pueda oír lo que habla, quiere hacer las paces pero con el mentón en alto. Y así se antoja difícil la paz si el rival no es un gusano dispuesto a que le aplaste el primer zapato que se acerque.


Que la empresa de la Maestranza quiere la paz con los toreros, dice don Ramón. Y que no tomarán represalias. Qué bueno es don Ramón, el pobre, que pierde dinerito desde hace al menos dos años, con o sin figuras, qué bueno es que a pesar de los pesares nos sigue dando toros en la Maestranza y al mismo precio cuando hay figuras que cuando no y encima ofrece la paz. Genoroso, don Ramón.

¿De qué se quejarán esos toreros? ¿Qué quieren los figuras? El pobre don Ramón le dijo a su amigo don Carlos Crivell (que no es pobre ni periodista porque es médico pero publica en El Mundo) que no se arrepiente de aquella comida "porque se hizo con la mejor voluntad". Ya ven, el pobre don Ramón, que como gran baza empresarial y en un alarde de modernización invitó a una comilona a los periodistas afines y, en los postres, tuvo que sufrir la desvergonzada y brava lengua del hermano de su mujer. Son cosas que le pueden suceder a cualquiera por Nochebuena, solo que el pobre don Ramón vivió tamaña insolencia en público, con luz y taquígrafos.

Borrón y cuenta nueva, dice don Ramón, con tono de tender la mano, de perdonavidas, como quien le quiere quitar hierro al error del contrario. Y no es eso, don Ramón, que es al revés. Que si los cinco ges le perdonan la vida a usted será para el bien de su salud y, sobre todo y lo más importante, para el bien del toreo como espectáculo, a ver si lo entiende.

El pobre don Ramón, con su mentón en alto, no puede ver que son los cinco ges los que le salvan a usted y no al revés. Ustedes se equivocan a diario con esa forma de referirse al torero como un mal necesario, cuando usted debe de saber que el dinero que entra en su taquilla es porque hay un torero que se pone delante del toro y no por el magistral, estratégico y moderno plan de marketing y difusión que ustedes lanzan cada año como empresa promotora. Que siempre dicen que pierden dinero, con las figuras, sin las figuras, con las novilladas de promoción... Y Hacienda, que somos todos, debe ser tonta, don Ramón, porque ustedes venga perder y ellos venga recaudar; ustedes venga perder y la Maestranza (eso dicen) ayudando a los que ya no tienen nada que perder.

Don Ramón, yo que usted hablaría claro. Por la vía de la pena solo engañarán al gusano que guste ser pisado por su zapato de buena suela, que los hay y bien que los usan, y ya es hora de que deje de amenazar con que va a llamar y va a ofrecer... Diga a las claras, don Ramón, que durante años hemos dejado muchos euros y muchas pesetas en su taquilla para que usted y los familiares de su mujer los repartieran a su antojo entre las partes implicadas del espectáculo de toros. Hágalo, don Ramón, atrévase a ser desvergonzado y a decir lo que le ofrece a los cinco ges para que el año que viene estén en Sevilla. Dígalo en público. Y haga cuentas con transparencia. No hay nada que temer porque nada tiene ya con ellos.

Y luego están las formas, don Ramón... Que uno puede hasta olvidar dónde sitúa usted el mentón para hablar. Y hasta puede pasar por alto ese postureo que dicen que adopta cuando va a contratar a un torero, como si fuese la contratación de un temporero para echar horas en su cortijo... Pasamos todo esto por alto y nos encontramos que confiesa que ya ha hablado con alguno de los apoderados de los cinco ges. Con uno, don Ramón, con uno. Un tío que de verdad busca la paz sin enredos convoca a los cinco toreros o a sus representantes y no va como las porteras teniendo contactos con el más enreda de los cinco para ver cómo están las cosas, tentándose las ropas.

La labor de desgaste es ejemplar. Si ustedes empleasen tanto empeño para generar recursos como el que dedican para enredar en la búsqueda de la rebaja de un millón (de pesetas, porque ustedes todavía echan la cuenta de la vieja en pesetas como gran proyecto económico de su firma) la tauromaquia estaría mucho más sana.

Así no, don Ramón. Así no puede arreglar usted nada. Y es que ya casi nadie cree que en verdad busque arreglar nada.

¿Sabe usted por qué no le cree nadie? No lo sabe... Mire, es que usted le dice al señor Crivell que "bajar el precio de las entradas es una tarea de todos". Y eso, dicho con el mentón a la altura que usted lo coloca o a cualquier otra altura, es una mentira tan grande como La Giralda.

Usted sabe que en este 2014, en el que según sus palabras volvió a perder dinero, Pagés ahorró un pastón en honorarios de toreros y también rebajó lo que pudo a los ganaderos. Sin embargo, el que sacaba su entrada en ventanilla pagaba los mismo que en 2013. Entonces, don Ramón, no venga usted con la milonga de que es tarea de todos porque todos menos ustedes ya han rebajado lo suyo y son ustedes los que siguen en el limbo, en la parra o en Senegal, donde se organizan carísimos safaris, safaris que casi ninguno de los espadas anunciados en la Maestranza en 2014 puede permitirse y usted conoce a un cuñado que peregrina por África rifle en mano.

Usted, don Ramón, anuncia que es partidario de ponerse a trabajar ya para la Feria de Abril de 2015. Lo anuncia. Sin embargo, y siempre según usted porque a su cuñado han decido amordazarle para que no suba el pan tras hablar, no lo hace y nos espeta que su cuñado es más partidario de seguir con la tradición. Y, la verdad, don Ramón, me parece más inteligente la postura de Eduardo, ya que la tradición dice que se empieza a confeccionar la Feria de Abril el 7 de enero y se presentan carteles a primeros de febrero. Es decir, que Canorea aboga por trabajar 20 días y usted, tres meses. Siendo el objetivo de ambos el mismo: perder dinero organizando toros en la Maestranza.

No sea tonto, don Ramón, y haga caso a su cuñao. Pierda usted dinero por el bien del arte de la Tauromaquia y de este rito ancestral, buen hombre, pero no malgaste el tiempo.

A todo esto, el pobre don Ramón termina la entrevista con el señor Crivell de una forma genial. Dice usted que "es preciso que surjan figuras con mucho tirón". Calle, buen hombre, no sea que se cumplan sus deseos terminen de arruinarle.






Pinche para leer la entrevista con Carlos Crivell en ElMundo.es

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